Actualmente nuestros amigos de 4 patas ocupan un espacio importante en nuestros hogares. Nuestro afecto hace que los tratemos como seres humanos y por eso se pueden ver sitios especializado para ellos, tales como escuelas, fiestas de cumpleaños, peluquerías, almacenes de ropa y otros establecimientos para que los animales realicen actividades como las personas. A esto le llamamos humanizar.
«Cesar Millán explicó que si bien los dueños de los perros hacen esto porque quieren mucho a sus mascotas, eso no significa que sea un buen trato. Por el contrario, humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e inseguros».
Millán afirma que “No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia, complementa entonces su hogar con sus mascotas. Pero los animales se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas”.
Y que problema tiene humanizar?
Hoy los problemas de comportamiento son muy comunes, pues ahora viven dentro de una casa, aburridos y sin actividad física. Perros diseñados para labores de pastoreo en un apartamento, donde sale dos veces al día de paseo; Cazadores de campo en el patio de una casa a la espera de alguna presa que seguramente nunca llega.
“Un perro de la calle se comporta mejor que uno que vive dentro de la casa. – Agregó Millán – Tiene ese reto de sobrevivir, de buscar alimento y desarrolla todas sus capacidades. El perro que vive en la casa no tiene trabajo, no camina más de 15 minutos, no tiene propósito”.
Esta problemática está siendo analizada por expertos como el estadounidense Gary Francione, abogado y especialista en derechos de los animales, quien considera que la humanización de los animales es moralmente negativa ya que les impone sufrimientos innecesarios. Francione considera que los dueños les imponen reglas humanas irrespetuosas que van desde los peinados hasta el maquillaje, y que atentan contra la identidad del animal.
El debate ahora sobre el derecho de las animales consiste en averiguar quién vive más feliz: ¿El perro vagabundo que sigue libremente sus instintos, sin estar sometido a ninguna regla, o aquel que está en el sofá de una casa aislado del resto de sus congéneres?
Tu puedes cambiar esto frecuentando las actividades propias de cada raza, las cuales inician por disfrutar de un día soleado libremente en un parque o en una caminata donde ellos se enfrenten a la naturaleza, tierra, barro, agua y todos los elementos que la naturaleza nos ofrece. Rétalos al aire libre, que corran, salten y froten su lomo contra el césped. Esto es su salud, esto es su felicidad.
Fuente: Revista Semana (Mayo 22 / 2018)
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